FACULTAD DE HUMANIDADES
ESCUELA ACADEMICA DE PSICOLOGIA

MONOGRAFIA:
DISCRIMINACIÓN RACIAL Y ÉTNICA”.

AUTORAS:
Fernandez Mel ,Paola Guadalupe.
Plascencia , Sarai
Rodriguez Paredes ,Greysi.

ASESOR:
Cardenas Angulo ,Lenin Walter

EXPERIENCIA CURRICULAR:
Psicologia Social.

TRUJILLO-PERU
2015


Índice:
Introducción……………………………………………………..
 Capítulo I: introducción a la discriminación racial y étnica en el Perú
1.1   que es el racismo en el Perú época colonial…….
1.2. como se presenta el racismo actualmente …………………………………..
1.3.Desde cuando el racismo está en nuestra  sociedad………
1.4 .El racismo desde los estudios culturales y el psicoanálisis…………….
1.5. El racismo ausente y el racismo vigente .la problemática ausencia del otro………………………..

Capitulo II: el responsable invisible y la victima visible: los círculos viciosos de la discriminación racial en la sociedad peruana
2.1. El sujeto racista:………………………………………
2.2. Del insulto a la comunicación racista
2.3. Una salida pos moderna el uso de practicas contra culturales.

Capitulo III: Causas y efectos de la discriminación racial y étnica en el Perú
3.1. Causas de discriminación étnica en el Perú
 3.2. Consecuencias de la discriminación racial y étnica en el Perú.


Introducción:
La discriminación étnica  racial  es un tema muy controvertido en el Perú de tal manera nosotras  como estudiantes queremos investigar  más a profundidad de dicho tema porque hoy en día aún existen personas con prejuicios y estereotipos que aún no han sido cambiados .En esta significativa investigación hablaremos sobre la discriminación étnica racial en el Perú.
Nuestro trabajo está organizado en tres capítulos  en el primer capítulo  hablaremos sobre la introducción a la discriminación étnica racial en el Perú primeramente comenzaremos definiendo que es racismo en el Perú pero nos basaremos en la época colonial desde sus inicios
Asimismo hablaremos como se presenta el racismo actualmente en el Perú   también queremos saber desde cuanto el racismo forma parte de nuestra sociedad  y  porque se le considera al racismo un problema  social en consiguiente pretendemos dar a conocer como el racismo se desarrolló desde los estudios culturales  y el psicoanálisis. Queremos  saber si existe el racismo ausente y si está el vigente  como problemática uno del otro
En el segundo capítulo cuyo título el responsable invisible y la victima visible: los círculos viciosos de la discriminación racial en la sociedad peruana hablaremos  sobre el sujeto racista  a que  o quienes nos referimos  pretendemos conocer como del  insulto se va dando la comunicación racista también queremos  saber cuántos y quiénes somos discriminados  por lo tanto aremos una controversia sobre racismo en el Perú y que papel cumple el estado en todo ello.
Asimismo en el tercer capítulo denominado  causas y efectos de la discriminación étnica racial en el Perú trataremos de llegar a saber cuáles son las causas de la discriminación racial en el Perú y posibles consecuencias que trae todo esto.
 LAS AUTORAS











Capítulo I: introducción a la discriminación racial y étnica en el Perú
1.1   .Que es el racismo en el Perú  colonial


El racismo en el Perú se presenta desde la llegada de los españoles al conquistar al imperio INCA con un discurso de segregación entre distintas razas, ya que antes nunca existió en el antiguo imperio según Historiadores. Y alcanzo un punto máximo entre los años del 1980 y el 2000 a causa de la lucha contra el terrorismo contra Sendero Luminoso en el que el 75 % de víctimas eran quechua-hablantes o tenían otras lenguas maternas que al gobierno no le importó hasta que llegó a lima. No yendo muy atrás ni muy lejos el racismo se percibe en nuestra sociedad política limeña en la cual se ve la un tipo de discriminación "racista y clasista" que es razón fundamental para entender lo que sucede.
Según el psicoanalista peruano Jorge Bruce. El racismo es llevado desde hace mucho tiempo, ya que desde la época colonial creemos que es normal pero que causa en sus agraviados vergüenza y dolor que pasa atreves de generaciones y que acompleja tanto que hasta entre miembros de una misma raza intenta separarse .Esto tiene las bases en la separación de Clases por intereses económicos que buscó atreves del tiempo establecer la desigualdad de derechos para mantener a la población embrutecida haciendo la mano de obra barata en beneficio para las clases altas capitalistas que persiste aun en la actualidad. Ya que vemos que nuestro país progresa pero que hasta ahora nadie presenta un verdadero proyecto de educación pública para cambiar esta realidad.(Augusto , L (2010).El racismo en el Perú otra vez . Historiador. Docente en la Facultad de Humanidades de la Universidad Nacional Federico Villarreal. Lima-Perú. 
Existe un momento en la historia en el que el tema del racismo se puso en evidencia como nunca antes pudo haberlo estado. Y apareció acaso en una de las páginas más difíciles de nuestra historia. En medio de la crisis económica del primer gobierno aprista y del apogeo terrorista, se puso en la palestra intelectual el problema del racismo que es,  de alguna forma u otra, el mismo que nos aqueja hoy en día. En tal sentido, debemos precisar que los trabajos más relevantes y con mayor vigencia sobre racismo aparecieron a fines de los ochenta y comienzos de los noventa con mayor claridad. Ciertamente el tema sobre el racismo se había trabajado anteriormente, sobre todo en los años sesenta y setenta siendo Fernando Fuenzalida uno de los principales referentes en lo que significó, específicamente, el problema del racismo a partir del problema sobre lo indígena (sobre todo de la población quechua-hablante) y también Aníbal Quijano en lo que denominó el proceso “cholificación” en el Perú.
Debemos recordar que esta discusión incidía en lo que aquel entonces se denominaba “el problema del indio”, priorizando básicamente cómo entender el movimiento cultural indígena, llamado indigenismo, bajo la perspectiva de los discursos sociales y políticos de aquel entonces. Tema apasionante que desembocó en interesantes creaciones estéticas y movimientos políticos. Cabe decir que los estudios de Fuenzalida y Quijano (además del aporte de intelectuales como Matos Mar y Arguedas) han sido realmente fundantes en lo que respecta al racismo desde lo que implicaba el encuentro entre discursos y miradas ideológicas distintas en un contexto de mestizaje y aculturación. Pero también debemos recalcar que no llegaron a profundizar, como sí sucedió casi veinte años después, en una lectura específica sobre cómo caló el racismo tan profundamente en el imaginario social de los peruanos al punto de ser asumido tácitamente. Esto sin embargo, no podríamos reprochárselo a ninguno de los intelectuales mencionados, debido a que el problema del racismo tal y como lo entendemos ahora recién se empezaba a “cocinar” por aquel entonces. Definitivamente ese proceso se fue cocinando entre los años setenta y ochenta con mayor claridad tanto con la Reforma Agraria como con la aparición de Sendero Luminoso.
Aparece pues, a finales de los setenta y comienzos de los ochenta, dos libros que serán probablemente los referentes más grandes para entender las grandes contradicciones históricas del Perú: el libro Clase, Estado y Nación en el Perú de Julio Cotler y el libro Dominación y cultura de Aníbal Quijano. Sería muy difícil encontrar un libro en torno al tema del racismo en el Perú que no tome en consideración el problema de la herencia colonial de Cotler o de la colonialidad del poder de Quijano: por lo menos entre los años ochenta y hoy en día. Es pues menester reconocer los lineamientos principales de estas formas (similares) de entender la historia que son las que han marcado los derroteros de los estudios tanto sobre racismo como de otros temas culturales relacionados al problema de lo hegemónico y lo subalterno, como es el caso también de los estudios de género. Será en todo caso la propuesta de Quijano, en torno a la colonialidad de poder (habrá que señalar con honestidad) la más cercana a tratar el tema del racismo; a pesar de que la herencia colonial de Cotler ha sido, qué duda cabe, un referente innegable para lo que es el trabajo histórico y sociopolítico en el Perú. Comencemos, pues.
Desarrollaremos primero la propuesta de Cotler. Lo que este pensador entiende por herencia colonial supone, a grandes rasgos, el reconocimiento de una realidad trágica en la vida republicana del Perú: nunca hubo una clase dominante autónoma lo suficientemente capaz como para liderar una reforma social clara y efectiva. Por ello hay conflictos irresueltos, en donde cada vez que las mayorías pretenden reclamar derechos en cuanto ciudadanos, terminan siendo reprimidas por el Estado; un Estado que representa a las clases dominantes, que, realmente, no puede suplir con las exigencias planteadas en cuanto no puede romper con los mecanismos de explotación propios de la era colonial. Se genera con ello un desfase entre lo que es el discurso propio de una república liberal y una vivencia práctica que todavía supone los mecanismos de explotación de las fuerzas productivas propios de la etapa colonial . Esto debido básicamente por el acomodo de las clases privilegiadas que no estuvieron dispuestas a perder los beneficios que habían ganado en tiempos coloniales. Aunque debemos aclarar que ese “acomodo” no fue fácil: fue una respuesta frente a un desequilibrio social que se dio como consecuencia a la independencia del Perú. El modelo sociopolítico propiamente colonial se rompió en aquel entonces a partir de la salida de muchos españoles y criollos generando con ello un vacío difícil de suplir, quedando en el Perú una clase dominante más o menos joven incapaz de asumir por su propia cuenta una reforma radical.
No hubo por ello un poder hegemónico y más bien se fragmentó en pugnas que buscaron, a través de caudillos, un orden que se perdía cada vez más. Se propició con ello un nuevo ciclo de dependencia frente a otras potencias (Inglaterra, Francia, Estados Unidos). Quizá, entrando al terreno poco agradable y casi innecesario de la especulación, si esa clase dirigente hubiera permanecido estaríamos ahora dentro de una monarquía constitucional, posibilidad que hubiera sido no solamente la ideal sino la más consecuente con la realidad social Eso no sucedió y quedó en el Perú rezagos coloniales en lo que respecta a la praxis política que, como señala el análisis histórico de Cotler, ni siquiera se vio afectado por las reformas borbónicas que a comienzos del siglo XIX quisieron impulsar los reyes de España para “modernizar” la burocracia del virreinato peruano. Así pues, la lógica de explotación colonial se traspasó, casi tal cual, a una fachada republicana incapaz de asumir un discurso consecuente con los valores liberales y democráticos. El desfase entre los valores liberales cada vez más al alcance de las mayorías supuso un desfase entre lo que es el Perú real, de la praxis social, (colonial) y el Perú formal, propio de la constitución y las leyes (republicano). Esa herencia, de permanente conflicto y desajuste, es la que aún hoy, según Cotler, vivimos.
La interpretación histórica esbozada por Aníbal Quijano es similar: solamente que el énfasis está puesto no en la clase social, sino más bien en la cultura.6 Es muy difícil desligar las relaciones entorno al poder con las relaciones culturales, por lo que podemos encontrar juegos de poder heterogéneos que son justamente esos residuos del pensamiento colonial todavía vigentes en la mentalidad de los peruanos  (Aníbal.( 1980).Dominación y cultura : lo cholo y el conflicto cultural en el Perú  . Mosca azul editores. Lima.
1.2. Como se presenta el racismo actualmente
En el Perú existen múltiples discriminaciones, entre ellas podemos resaltar la sexual, la racial, la étnico-cultural y la ocupacional. La discriminación en el Perú está relacionada con el problema de la identidad nacional: un país con profundos contrastes geográficos y sociales. Coexisten culturas diferentes, hay una variedad de rasgos físicos en la población, tendencias y opiniones políticas diversas, etc. En nuestra historia las diferencias se interpretaron valorativamente, siendo dichas diferencias un motivo para la discriminación entre los distintos grupos culturales y raciales. La desvalorización de la mujer que da origen al machismo. Esta subcultura supone la cosificación de la mujer, la irresponsabilidad paterna frente a sus hijos y las profundas diferencias de estatus social entre hombres y mujeres.(educación en derechos humanos y democracia.(juan , a (2005). Instituto peruano de educación en derechos humanos y la paz). Lima Perú .
En el Perú, la palabra clave asociada al racismo es “cholo”. Se trata de un término que se utiliza a menudo para nombrar a las personas con rasgos indígenas. El diccionario de la Real Academia Española define este término o bien como “Mestizo de sangre europea e indígena”, o como “Dicho de un indio: Que adopta los usos occidentales”. Esta última definición pareciese aplicarse más al caso del Perú, país en el que resulta difícil ignorar que ese término tiene una connotación despectiva. Si bien a veces se utiliza incluso con cierto orgullo, como cuando el ex presidente Alejandro Toledo dejaba que lo apodaran “el cholo”, hay un sinnúmero de casos en los que puede escucharse la utilización de esa palabra con la intención de herir.

El diccionario de la Real Academia Española define el término racismo como: “Exacerbación del sentido racial de un grupo étnico, especialmente cuando convive con otro u otros”. Un concepto bastante relacionado con el racismo es el de discriminación. La RAE define a su vez esta como: “todo acto de separar a un individuo de una sociedad o bien denigrarla de una forma a partir de criterios determinados”. Se puede discriminar por color de piel, raza o etnia, linaje, nacionalidad, religión, gustos o elecciones de consumo, sexo, capacidades, etc. Nosotros nos enfocaremos en el racismo, el cual tiene un matiz diferente al de la discriminación racial pero es básicamente lo mismo para el caso que vamos a tocar en un país como el Perú.
El psicoanalista Jorge Bruce cree el racismo y la discriminación producirían un malestar en la cultura, pues habría resentimiento en los discriminados y remordimiento en los discriminadores. Sin embargo, los insultos racistas siguen siendo muchas veces los predilectos. Ese se debe a que serían los insultos más hirientes. Conseguirían herir porque en el receptor del insulto podrían evocar el miedo a ser excluido de los privilegios solo por el aspecto físico
No es tan sencillo determinar con exactitud las razones por las que algunos de los agentes involucrados en el problema del racismo actúan como lo hacen, pero pareciese que los discriminadores se comportan de esa forma porque son los beneficiarios de la discriminación racista. Este les permite sentirse mejores o superiores. Igualmente, como se señala en el libro “Nos habíamos choleado tanto”, no hay suficiente conciencia sobre el problema entre aquellos involucrados. Por otra parte, el autor del libro plantea la idea de que los discriminadores podrían actuar de ese modo por miedo. Más precisamente, el autor cree que los discriminadores, que corresponden a las clases socio económicas altas, se comportan de modo racista porque es un modo de mantener a las clases sociales más bajas, entre las cuales predominan las personas de raza andina, bajo control. Los discriminadores creen que si estos tuviesen acceso a una mejor educación y pudiesen salir de la pobreza, podrían perder algunos de los privilegios con los que siempre han vivido.
En cuanto a los discriminados, el psicoanalista Jorge Bruce asevera que en el Perú subsiste una especie de tolerancia generalizada para con el tema del racismo. Inclusive se recurre en la vida cotidiana a apelativos racistas como “cholita” o “negrita” como expresiones de cariño. El autor cree que no se es suficientemente consciente de que estas palabras contienen una carga racista segregacionista.
La educación en el Perú debe mejorar de manera que todos los peruanos seamos conscientes de que vivimos en un país multicultural, en el que hay mucha desigualdad y en el que históricamente la población andina, que naturalmente es la gran mayoría de la población del Perú ha sido sometida y condenada a la pobreza. Afortunadamente esto ha ido cambiando en los últimos anios y seguirá haciéndolo. Cada vez es más común encontrar individuos de rasgos andinos con ingresos de clase media o alta. No obstante, este progreso está sucediendo de manera muy lenta. Por lo tanto, seguirá habiendo una inmensa mayoría de habitantes con rasgos indígenas en la pobreza. Igualmente, seguirá sin haber casi ningún peruano con rasgos europeos o nórdicos que sea pobre. Todos los peruanos deben ser conscientes que esta descomunal desigualdad se debe a cómo transcurrió la historia del Perú y no a ningún tipo de superioridad de los individuos de tal o cual ascendencia. Por otra parte, mientras solo se tenga acceso a una educación de calidad en colegios y universidades privadas, seguirán teniendo acceso a una buena formación profesional principalmente las personas de clase media y alta. Así, las personas de las clases sociales bajas, conformadas por personas casi exclusivamente de rasgos andinos, seguirán teniendo desventajas para formarse y conseguir buenos puestos de trabajo que les permitan mejorar su situación socio económica. Creemos que con menores desigualdades socio económicas los peruanos nos sentiríamos también más similares entre nosotros y el racismo menguaría.
Como bien indica Jorge Bruce convencionalismo adoptado. Creemos que una transición hacia una publicidad libre de racismo podría ayudar mucho a reducirla.
Creemos que la situación del problema del racismo y discriminación en el Perú podría mejorarse mucho si las autoridades lograran mejor la situación de la educación y de la publicidad. Respecto a lo primero es bueno que sea consciente del bajo nivel educativo que subsiste en nuestro país. Las autoridades están llevando a cabo programas de mejoramiento de la educación en las provincias, donde el desarrollo del país es muchas veces considerablemente inferior al que se encuentra en Lima. Si la educación sigue mejorando y se disminuye la brecha de desigualdad en las posibilidades de formación de las personas disminuirá la terrible correlación que ha habido en el país entre aspecto físico y categoría socio económica. Por otro lado, donde no creemos que se estén haciendo avances es en ayudar a que la publicidad sea menos nociva para el problema que estamos tratando. (Jorge, B.(2007).Nos habíamos choleado tanto . psicoanálisis y racismo . universidad san Martin de porras .Lima .
1.3. Desde cuando el racismo está en nuestra sociedad
Creo que tiene que ver con la función social del racismo. El racismo surge y consolida no por accidente, no es una consecuencia inesperada, si no es parte de un orden social que se fundó en la colonia. El orden colonial en Perú y América Latina fue estamental. Eso quiere decir que la estratifican social se constituye como un conjunto de compartimentos estancos. Digamos, tenemos una pirámide y cada uno de los estratos es un compartimento estanco, de tal manera que se ve como ilegítimo moverse de un estamento a otro. Es decir el ideal del orden estamental es que cada quien esté en su lugar, no se mueva de su lugar. El “orden ideal” es aquel donde cada cual permanece en el lugar donde ha nacido y el racismo da una justificación ideal para un orden de esa naturaleza; porque el racismo pretende que las personas son superiores o inferiores, están arriba o abajo, por razones que no son sociales sino biológicas. Por sus rasgos físicos unos estarían arriba y otros abajo, y eso según ellos, es inmutable porque es natural, por ende un orden estamental.(Nelson ,M . no hay democracia ni desarrollo con el racismo . Perú ministerio de la cultura)
 1.4 El racismo desde los estudios culturales y el psicoanálisis (1999 – 2008)

Los trabajos vistos anteriormente han influenciado mucho los estudios de hoy; sin embargo, hoy por hoy, se percibe la necesidad de apostar por trabajos cada vez más interdisciplinarios para entender los problemas propios de nuestros tiempos. Es por ello que aparece con fuerza, a fines de los noventas y comienzos de los dos mil, estudios que podríamos entender como “estudios culturales”: un campo de investigación establecido en los años sesenta, pero que ha cobrado interés en el mundo académico actualmente. De esta forma, más allá de las interpretaciones de influencia marxista todavía subsistentes, se buscan combinar distintas perspectivas académicas para encontrar nuevos significados o re-significaciones en la sociedad que nos permitan explicar con mayor precisión su comportamiento, así como las ideologías que están detrás. Esta situación ha permitido re-descubrir y volver a valorar la propuesta de Aníbal Quijano, probablemente el “padre” de los estudios culturales en el Perú. En este grupo podemos encontrar tres trabajos que han sido relevantes en torno a la problemática del racismo: el libro Indígenas y mestizos de Mirasol de la Cadena, el libro Las máscaras de la representación: el sujeto esclavista y las rutas del racismo en el Perú (1775 – 1895) de Marcel Velázquez y el libro de Rocío Silva Santisteban, El factor asco que si bien no toca directamente el racismo, explica los mecanismos que sostienen su vigencia a través de la “basurización simbólica”. Explicaremos primero el trabajo de Marisol de la Cadena.
El libro Indígenas mestizos comienza planteando un viejo problema, debatido amplia mente por varios de los autores ya vistos, entorno a lo que entendemos por racismo y su distinción frente al etnocentrismo. Sin embargo, la autora enfatiza que en el proceso de socialización en el Cusco, muy influenciado por el indigenismo, ha generado una simbiosis difícil de romper entre lo etnocéntrico y lo racial. En tal sentido, lo que podríamos afirmar es que, al menos en el Cusco, existe tanto una “culturización” de la raza como una “racionalización” de la cultura que se explicaría por lo que la antropóloga entiende como un proceso de “desindianización”37. En palabras de la autora, “la desindianización es el proceso mediante el cual los cusqueños de las clase trabajadora han reproducido el racismo, al mismo tiempo que lo han enfrentado” . ¿Cómo se ha dado este proceso de desindianización? De la Cadena busca sostener la idea de que este proceso se ha dado a partir de la posibilidad de ascender socialmente sin despojarse de las ciertas formas y costumbres indígenas, que, gracias al movimiento.(Marisol , c .(2004).indígenas  y mestizos :raza y cultura en el cusco ) . Lima 
El menosprecio soterrado e implícito ante lo indio o la “indianidad” aparece en muchos casos cuando un sujeto busca diferenciarse de otro enfatizando su condición de superioridad, ya sea por sus logros académicos, económicos, etc. Como De la Cadena muestra en su estudio esto se puede ver con claridad dentro del mismo movimiento cultural cusqueño: la organización de las danza, las fiestas, entre otros espacios. Queda en el imaginario de las personas la posibilidad de dejar la indianidad por medio de la aculturación que, para evitar perder su carácter localista, recoge elementos cercanos de lo indígena que puedan adaptarse a una realidad mestiza particular. Si bien el mestizaje desde un punto de vista sexual fue cuestionado a comienzos del siglo XX por las élites indigenistas cusqueñas para distanciarse de la hispanofilia limeña, parece que se ha ido resignificado con el tiempo En consecuencia, podemos encontrar, más bien, un proceso mestizaje prioritariamente cultural tanto ilustrado como de rasgos indigenistas. Este mestizaje sostenido por una ideología de diferenciación frente a la pura “indianidad” (racismo cultural) terminó siendo promotor de un regionalismo, similar a lo que Benedict Anderson entiende por nacionalismo, que ha buscado “contrarrestar la percepción que se tenía de los cusqueños como serranos racialmente inferiores y también a competir con el proyecto político limeño”40. Con ello se hace legítima la discriminación como “parte integrante de las reglas de respeto que asumen las clases dominantes”41. Se asume pues una propia inferioridad debido a un innegable origen “indio”, pero una inferioridad relativa que puede ir siendo superada por la adaptación urbana. Un proceso de adaptación que supone un aprendizaje de reglas de respeto que, en gran parte de casos, no está exento de humillaciones. ¿Podríamos hablar de herencia colonial en este caso? Podríamos arriesgarnos y decir que ha subsistido, de cierta manera, dentro del discurso reaccionario del indigenismo; pero como Marisol de la Cadena da cuenta, ha sido de una forma muy propia, diferente a lo que ha sucedido en la costa. Podríamos decir, en todo caso, que su estudio como en la mayoría de los estudios culturales en el Perú están más cercanos a la propuesta de Aníbal Quijano en lo que respecta a las relaciones entre lo hegemónico y lo subalterno en un espacio determinado. Esta influencia, que parece algo soterrada en esta investigación, se verá de forma más evidente en el análisis de los dos textos siguientes. Más allá de las especulaciones, el texto de Marisol de la Cadena resulta clave para entender las particularidades del racismo en el Cusco sin necesidad de circunscribirse explícita mente a una corriente intelectual delimitada.
Ahora cambiaremos de escenario y analizaremos una realidad distinta que no ha recibido en materia de racismo tanta atención como lo relacionado a lo indígena y la formación de lo “cholo” a pesar de la existencia de importantes estudios en los últimos años: el mundo de los afroperuanos o afro descendientes. El libro de Marcel Velázquez, Las máscaras de la representación: el sujeto esclavista y las rutas del racismo en el Perú, se circunscribe propiamente desde una perspectiva de “estudios culturales” desde un comienzo: apostará por una metodología interdisciplinaria basada en el análisis del discurso y la teoría de género para esclarecer el carácter subalterno de la cultura afroperuana, siguiendo claramente la propuesta de Aníbal Quijano (Marcel, V.(2005). Las máscaras de la representación. El sujeto eslavista  y las rutas del  racismo en el Perú. Lima: UNMSM.
Uno de los aspectos centrales de su propuesta recae en lo que supone la noción misma de asco. Pero, antes de todo, ¿qué es el asco? Para la autora supone una reacción espontánea, biológica, que nos permite separarnos de aquello que consideramos “sucio” o “contaminado” y que, además, tiene la particularidad de construirse culturalmente.47 Esta somatización del desprecio frente a lo abyecto permite que su efecto marginador o excluyente sea mucho más efectivo que las acciones concretas que resulten de nuestras creencias morales, valores éticos o percepción de la realidad. El asco por ello podría entenderse como un síntoma comunicativo que expresa, a diferencia de lo asqueroso, relaciones de poder que se construyen alrededor de un discurso ideológico autoritario (político y pragmático)48. La escritora reconoce la estructura autoritaria y la cultura patriarcal como parte de la herencia colonial, retomando la línea planteada por los autores ya vistos, pero repara sobre todo en cómo es que funciona dicha estructura en el seno mismo de nuestras relaciones comunicativas, como ya mencionamos, más allá del discurso formal. Silva Santisteban señala que estas relaciones comunicativas suponen la necesaria construcción de un “otro” pero, curiosamente, este “otro” se construye por un proceso de “basurización simbólica” que está al servicio de las estructuras autoritarias dominantes. Esta basurización le da un orden casi estamental y poco democrático a la sociedad haciendo del desprecio y la exclusión la herramienta principal para mantener el statu quo.(Roció , S.(2008). El factor asco. Basurización simbólica y discursos autoritarios en el Perú contemporáneo .Lima . Red para el desarrollo de las ciencias sociales.
Finalmente, para terminar los estudios sobre racismo hechos en el Perú revisaremos breve mente el libro del psicoanalista Jorge Bruce, Nos habíamos choleado tanto: psicoanálisis y racismo. Este libro, que al igual que Factor asco salió en el año 2008, resulta tener vasos comunicantes claros con el estudio de Silva Santisteban: la prioridad del trabajo no está tanto en buscar la génesis del problema racista desde algún paradigma ideológico, como el marxista, sino más bien en analizar las distintas y sutiles conexiones ideológicas que existen alrededor del racismo. Advierte el psicoanalista que el paradigma marxista de ideología ya está suficientemente cuestionado, y toma más bien de Portocarrero la idea de que el racismo es parte de un “fundamento invisible” que supone más bien una suerte de “colonización del imaginario”49. En tal sentido se hace imprescindible estudiar el mundo de lo cotidiano, de nuestras relaciones comunicativas más espontáneas para dilucidar la real dimensión de la ideología racista escondida en el discurso consciente pero fuertemente interiorizada en el inconsciente. Es justamente el inconsciente el campo de las subjetividades en donde Bruce centrará su estudio, como ya mencionamos, desde la mirada psicoanalítica. Dado que hay conexiones en ambos textos, haremos un diálogo entre ambas propuestas.(Jorge, B.(2008).nos habíamos choleado tanto :psicoanálisis y racismo .Lima :fondo editorial de san Martín de Porres .
 1.5. El racismo ausente y el racismo vigente .la problemática ausencia del otro(1991- 1993)
 No podemos dejar pasar el trabajo de Cecilia Méndez, quien casi contracorriente propone un texto muy revelador y particular entorno a la lectura racismo, un racismo que podríamos denominar frágil siguiendo la argumentación de la antropóloga.20 El estudio de Méndez es muy optimista, como lo revela desde un comienzo. Es importante tomar en cuenta esta perspectiva porque es acaso la más alentadora dentro de las que podríamos encontrar en lo que respecta al problema del racismo en el Perú. Su trabajo se centra en una época que, según la antropóloga, muchos intelectuales influenciados por la historio grafía marxista-dependentista de los años setenta dejaron de lado: los años iniciales de la República, la época del caudillismo21. Así pues, desde un comienzo, Cecilia Méndez radicaliza su propuesta en el sentido de que subordina los análisis propios del “economicismo marxista” (recordar a Cotler, y su influencia en Flores Galindo y Manrique) que ayudaban a sostener la idea del continuismo colonial, para estudiar, en cambio, las ideologías y los drásticos cambios políticos de aquel entonces prioritariamente. Para la autora existe en las interpretaciones históricas un vacío en cuanto se privilegia el estudio de los grandes cambios económicos que ocurrieron años después de la era caudillista, dejando este momento de la historia como una gran incógnita. Méndez, a partir de un estudio de la “historia de las mentalidades” de aquella época, pero evitando el economicismo marxista, esboza la idea o hipótesis de que sí existió un nacionalismo en el Perú bastante fuerte que se expresó con la enérgica crítica a la formación de la Confederación Peruano-boliviana. Pero, ¿cuál es la relación que tiene esto con el racismo? La respuesta justamente está en el frágil argumento esbozado por las clases dominantes limeñas para negarse a la Confederación: el temor y rechazo a lo “indio”, al extraño invasor.(Cecilia, M. incas si indios no . apuntes para el nacionalismo criollo en el Perú. Lima .
El trabajo de Guillermo Nugent, quizá uno de los pensadores más cuestionados en lo que respecta al estudio del racismo en el establishment intelectual, va por una línea similar a la de Cecilia Méndez: cuestiona la idea de que perviva en la actualidad un racismo de arraigo colonial, y más bien considera que se han dado grandes avances en lo que respecta al desenvolvimiento de las grandes masas populares, reunidas bajo el nombre de lo “cholo”. Más que racismo hay un desprecio por la cultura popular, “chola”: desprecio que lejos de ser una construcción ideológica alrededor de lo racial, supone más bien un temor social y político por parte de ciertos grupos con poder a la invasión de lo que se considera propio. Desde esta mirada, Nugent apuesta por estudiar el tema del gamonalismo de manera similar al estudio de Méndez: no recurre a la interpretación marxista de la historia, obviando con ello el carácter estructuralmente económico; sino que analiza con detenimiento la misma praxis política. A diferencia de Méndez pone entre paréntesis la historia de las mentalidades, las utopías o creencias posibles (lo que estaría detrás, por ejemplo, del nacionalismo criollo que Méndez buscaba probar en su estudio). Considerará el problema del gamonalismo a mediados del siglo XX pero desde una perspectiva prioritariamente política y sociocultural, estudiando la ideología de aquel entonces desde una mirada más descriptiva y analítica. Así pues, el problema histórico del gamonalismo, claramente tematizado durante el gobierno de Velasco, resulta central para Nugent en cuanto de ahí se genera el sentimiento actual de pensar en los espacios sociales como si fueran “la chacra propia”. Se generan con ello dos consecuencias claras bajo esta perspectiva: primero, que el “sujeto gamonal” busca delimitar espacios “lindos” y “feos”; y, segundo, que este “sujeto gamonal”, al establecer dicha distinción crea argollas, mucho más fuertes y dolorosas que el racismo (Guillermo, N .El laberinto de la choleado…. Años después. En: Revista Quehacer N 170  Abril.



Capitulo II: el responsable invisible y la victima visible: los círculos viciosos de la discriminación racial en la sociedad peruana
Quién es racista? No es de sorprender que nos encontremos frente a una pregunta difícil de escuchar pero fácil de responder. La respuesta más fácil, como vimos en el capítulo anterior, irá por el lado de que ya no hay racismo o que ya está en retirada debido a que se escucha algo de eso, pero no con la fuerza que tenía antes; por otro lado, la respuesta más sincera pero al mismo tiempo más difícil de asumir es que, de alguna u otra forma, todos somos racistas en el Perú. Y el problema es que, al menos en lo que a racismo respecta, la sinceridad duele. Duele porque la pregunta, sin que sea directa (¿eres racista?) refiere directamente a cómo nos reconocemos a nosotros mismos y cómo nos comportamos frente a ese reconocimiento. Verse a uno mismo como cholo, negro, blanco, chino es difícil en cuanto representa, como hemos visto en el primer capítulo, un conflicto intersubjetivo, es decir, tanto subjetivo como social, y no supone tan solo una descripción que intenta ser objetiva respecto al color de la piel. Por otro lado es también un problema objetivo: relacionado íntimamente con nuestras relaciones productivas que parecen alimentar inconscientemente un racismo solapado. ¿Por qué asumir que somos racistas si no nos sentimos racistas? La respuesta justamente va por el lado del conflicto intersubjetivo y de las contradicciones propias de la objetividad social: es difícil reconocernos a nosotros mismos como racistas debido a nuestras creencias conscientes y nuestro sentido de moralidad (intersubjetivo), pero querámoslo o no estamos envueltos en un ambiente social con estructuras que exceden a nuestra propia voluntad (objetivo). Esto influye en que el racismo se termine respirando por todos lados: en la publicidad, en las salidas con amigos, en el cálido ambiente hogareño, incluso en las decisiones relacionadas a políticas públicas. Así pues, la sociedad peruana que probablemente tenga un sentido de peruanidad muy alimentada por los medios de comunicación y la conflictiva relación entre la vida rural y citadina) se va construyendo con prácticas discriminadoras bajo una fachada en donde prevalece el discurso democrático y la tolerancia liberal (que pareciera favorecer un preocupante clima de neutralidad). Al final la sociedad misma nos mueve inconscientemente, con sutileza, hacia una praxis racista: evidente pero difícil de reconocer. La sociedad ha construido históricamente y sigue construyendo una fachada de democracia liberal y tolerancia muy débil, debilidad que se va haciendo evidente con estudios como el de Eduardo Torres; además, como han sugerido los estudios culturales sobre racismo en el Perú, esta fachada se está resquebrajando de a pocos, con la irrupción de personas específicas o grupos sociales que, o ya están hartos del sutil, y a veces explícito, juego de discriminación racial o que sencillamente nunca se sintieron parte del juego racista y reclaman ser reconocidos en sus diferencias, como es el caso de las comunidades amazónicas. Caso paradójico el de dichas comunidades, porque en cuanto buscan reconocer sus derechos (amparados incluso en convenios internacionales como el 169 de la OIT) entran, sin quererlo, al juego racista siendo catalogados con el indiferenciado rótulo de “indios” y si se quiere “salvajes” Este hartazgo frente al juego de discriminación, como vimos al final del primer capítulo, también se traduce en nuevas maneras de organización económica: el reconocimiento no solamente supone el derecho a ser “ciudadano” formalmente, sino a aceptar las relaciones productivas que se establecen, incluso al margen del Estado como ha sucedido con las grandes olas denigrantes.
2.1 El sujeto racista: el racismo como ideología y comportamiento
El grupo de investigación ha llegado a una conclusión posible en lo que refiere específicamente al problema del racismo en el Perú considerando los estudios revisados: Nosotros creemos que el racismo es una ideología activa que funciona prioritariamente dentro de un imaginario social inconsciente, pero expresándose necesariamente en una praxis discriminadora que daña a una persona singular o a un sujeto social (grupo, comunidad) tomando en consideración rasgos físicos y culturales. En ese sentido, el racismo pervive en la articulación misma de las relaciones sociales y, consecuentemente, de sus relaciones de poder. Esta articulación que construimos real y concretamente en “el mundo de la vida”.
  En estos tiempos suena casi anacrónico hablar de ideología. Sin embargo, creemos importante re significar dicha noción para poder aclarar la afirmación que planteamos entorno al racismo.
 Asi,mismo podemos quedarnos  en la perspectiva de que la ideología supone tan solo un discurso sociopolítico articulador de tendencias hegemónicas: en el momento de  pensar que la ideología se ve reflejada en proyectos como el comunismo, el fascismo o, en estos últimos años, el capitalismo neoliberal para poner los ejemplos más evidentes. Muchos o han renunciado a dichos proyectos o sencillamente se han acomodado a los nuevos tiempos.
Según Slavoj Žižek, para un buen número de personas, renunciar a la noción de ideología ha supuesto acomodarse lo mejor posible en el sistema capitalista para evitar la participación en la conflictiva vida social y a la misma vez evitar  el compromiso con cualquier propuesta con alcances políticos mínimamente delimitados.   Podemos  decir que es complejo encontrar un discurso ideológico que pueda representarnos en estos tiempos ; sin embargo, incluso el quedarse en una posición “neutral” y contemplativa también supone una postura ideológica, si bien no discursiva, existente: las acciones que externalizamos socialmente suponen búsquedas legítimas, necesidades reales, conflictos y tensiones latentes que están en toda pretensión ideológica, incluso en búsquedas tan totalitarias como el nazismo.
Asimismo decimos que son acciones que nosotros creemos contingentes pueden estar escondiendo detrás una praxis que, por muy silenciosa que sea, puede suponer complicidad frente a hechos atroces o generar por sí mismas consecuencias realmente inesperadas. La paradoja, en palabras de Žižek, es que “el apartamiento de (lo que experimentamos como) la ideología es la forma precisa en que nos volvemos sus esclavos.” Éste es el caso del racismo en el Perú.
Nosotros mismos decimos que el discurso ideológico del racismo ya no existe ;sin embargo, permanecemos esclavos a una ideología racista: más allá del discurso formal éste se refleja en nuestra praxis social, en las “reales relaciones de poder” .
  Con el transcurso de tiempo Hemos ido perdiendo,  ya de forma definitiva con la posmodernidad, el racismo como discurso ideológico, tal como se perdió el marxismo ortodoxo; pero sim embargo hemos permanecido atados a una tolerancia liberal, formal. Es decir, cada vez más somos incapaces de lidiar en la práctica con lo que cada vez más sentimos son “excepciones” del sistema en el que estamos envueltos: los pobres, los gays y, sin lugar a dudas, el “cholo”, el “indio” o el “negroide” en el sentido más despreciativo posible del término.
La ideología sobre la raza, o racionalismo, implica básicamente tener a la raza como objeto de estudio. Pero la ideología desde este punto de vista, sin embargo, no solamente se ha quedado estableciendo “clasificaciones”: esta va de la mano con el reconocimiento de una praxis determinada dentro de un contexto social específico. Según  Todorov señala que nuestras nociones “formales” sobre la raza han ido cambiando a lo largo de la historia: hemos pasado de los estudios “teóricos” sobre una raza “pura” en el siglo XIX y el fracaso “pragmático” de dicha postura en el siglo XX con la aparición de los derechos humanos, a terminar planteando actualmente los estudios sobre la correspondencia y la estrecha relación que existe entre los rasgos físicos y los cambios culturales, entre la raza y la cultura.

2.2 Del insulto a la comunicación racista: del juicio moral a la responsabilidad ética.
 Una pregunta que salió en durante la investigación giraba en torno a cómo la cultura, muchas veces entendida como expresión folclórica, termina mostrándose en su real dimensión a través de nuestro comportamiento. La pregunta de fondo era ¿qué tipo de cultura estamos cultivando en nuestra sociedad? ¿Qué valores, creencias y costumbres construimos e interiorizamos con naturalidad? Surgió con ello dos cuestionamientos importantes en lo que supone la construcción de una cultura, como expresión social propia y diferenciada de otras.
 Primero: a nivel interno se pueden construir paradigmas  estáticos de comportamiento. Es decir, asumir con naturalidad y sin espíritu crítico nuestra forma de relacionarnos entre nosotros.
 Segundo: a nivel externo podemos cultivar una actitud etnocéntrica cada vez más intolerante frente a otras expresiones culturales.
Estas dos formas de relacionarnos con otros están ligadas la una con la otra, en la medida en que la suma de ciertos paradigmas estáticos de comportamiento incuestionados, puede desembocar en una intolerancia explícita frente a otras culturas.
 La construcción de paradigmas estáticos de comportamiento podría reflejarse en la forma de saludar a otros. Imaginemos el encuentro de dos personas que se conocieron virtualmente en un chat. Se trata de un brasilero y un estadounidense. Sucede que al estadounidense se le da por ir a Brasil de vacaciones, y de paso va a conocer a su amigo, hasta ese entonces, virtual.
Podría suceder que en el primer encuentro, en el primer saludo las reacciones de ambos sean muy distintas debido a comportamientos estandarizados. El brasilero podría recibirlo efusivamente, con un fuerte abrazo y una palmada en el hombro; mientras que el estadounidense quizá pensaba tan solo en estrechar la mano y mirarlo directo a los ojos para empezar recién a conversar. Evidentemente esta escena no supone un problema serio, aunque afirma diferencias conductuales obvias, diferencias construidas culturalmente. Pero la construcción de paradigmas estáticos de comportamiento también puede generar escenas más complicadas y dolorosas. Ese es el caso específico del racismo
No es tan difícil ir en la búsqueda de ejemplos en este caso. Podríamos imaginar lo complicado que le resulta a un joven “blanco” saludar a una empleada cuando llega a la casa de un amigo, sin saber cuál es el “nivel” de cercanía como para saber si saludarla con un beso o con un simple gesto o ignorarla, si es que ni siquiera se plantea el problema. Por otra parte, podríamos imaginar lo complicado que puede ser para un joven “cobrizo” y migrante o hijo de migrante “serrano” tener que enfrentarse al encuentro vertical con un posible empleador y pasar a ser, con no mucha dificultad, “el cholo de alguien”. Pensemos específicamente en un joven varón. El “guachimán”, el jardinero, el obrero de construcción, el conserje, el que limpia carros, etc. Muchos de estos oficios reflejan una posible relación jerárquica en donde se propicia la posibilidad de establecer un trato racista, y en donde se propicia, por lo menos con cierta evidencia, un trato “diferenciado” debido a su condición de cuasi-ciudadano, de estar “al margen de la ley.

2.4. Una salida posmoderna el uso de prácticas contraculturales.

A pesar de que todavía existan anhelos de construir una sola nación, una forma unitaria de concebir nuestra sociedad, esto, hoy por hoy, no podrá ser posible. El nivel de fragmentación social es muy elevado: baste con la diferenciación de las relaciones productivas, es decir, la distinción entre el mundo formal e informal y las diferentes formas de discriminación que de ahí mismo se pueden desprender. Por ello los ideales unitarios, basados prioritariamente en “discursos ideológicos” han resultado ser fachadas débiles frente a la contundencia, casi arrolladora, de la cultura hegemónica y sus juegos de poder, que curiosamente se sostienen en función de ideales superficiales, pero que, querámoslo o no, determinan nuestra forma misma de consumir, es decir, configurando lo que viene a ser nuestro estilo de vida. Esta imposibilidad de entendernos como nación, no obstante, nos da también la posibilidad de pensar nuevas formas para entendernos como un conjunto de colectividades. Ciertamente adquirimos una forma de vivir la cultura (una ideología real): ya sea sometiéndonos a su forma hegemónica o contraponiéndonos a ella (cultura subalterna), razón por la cual de por sí ya estamos envueltos en relaciones de poder. No podemos renunciar a eso. Pero a pesar de ello, y sin que estas luchas desaparezcan, tenemos la oportunidad constante de resignificar la cultura. La vivencia de la cultura más que discursos, ya fragmentados en una era postmoderna, supone prácticas concretas y articuladas entre sí, a fin de cuentas, por las relaciones de producción. En ese sentido, la posibilidad de darle un nuevo significado a la vivencia misma de nuestra cultura está en la afirmación y construcción concreta de nuevas identidades a partir del fortalecimiento de prácticas que reflejen un cambio no solo en nuestra actitud, sino también en nuestras acciones concretas. Para luchar contra mecanismos sutiles de violencia expresados tanto económica como comunicativamente es necesario priorizar la construcción de identidades sólidas que puedan ser capaces, evidentemente, de lidiar con las relaciones de poder vigentes. No se trata de una identidad basada en el reconocimiento efectivo, pero sí en la disposición misma de luchar por el reconocimiento, y por lo tanto de hacerle frente a la
discriminación racial adquiriendo una posición firme de empoderamiento frente a los propios intereses. Construir identidades sólidas supone ir en pos de un acto de empoderamiento difícil pero posible de hacer. ¿Qué prácticas pueden ser capaces de modificar el comportamiento que hemos heredado y que venimos practicando de manera casi inconsciente? Esta pregunta es muy compleja, en cuanto asumimos que toda práctica es el correlato de un discurso ideológico cargado de ideales, a pesar de que los ideales no supongan más que un horizonte de significados posibles. De cierta manera esto no deja de ser verdad si creemos en la democracia buscaremos establecer comportamientos democráticos, por más complicado que esto pueda ser. Pero como hemos visto a lo largo del texto, algunas prácticas, quizá las más importantes en lo que respecta a la construcción de nuestra ciudadanía, están al margen de cualquier discurso ideológico. En ese sentido, nuestras prácticas no pueden estar subordinadas a un discurso ideológico, por más que haya una correlación evidente. ¿Cómo puede suceder esto? Lo primero está en el reconocimiento crítico y reflexivo de la postura, como señalamos antes, que tenemos frente a otros en determinados contextos, los espacios en los cuales establecemos una jerarquía. Cuando ello suceda habría que cambiar la perspectiva habitual con la que normalmente enfrentamos los problemas de discriminación. Por un lado, está la posibilidad de decirnos a nosotros mismos: “en cuanto creo en los derechos humanos y en la democracia, y soy consecuente con dicho discurso, entonces a partir de ahora tendré un comportamiento más inclusivo”. Esto supone el predominio del discurso frente a la persona. No importa tanto la persona como la posibilidad de llevarlo a que se concientice sobre la importancia de “la democracia y los derechos humanos”. Por otro lado, nos podremos decir: “en cuanto hay una persona que está siendo excluida de la posibilidad de dialogar, entonces mi acción hará posible su reconocimiento como persona capaz de reclamar y negociar sus propios derechos e intereses.” El énfasis no solamente es distinto, sino que la última opción supone un compromiso mucho mayor. Supone el compromiso permanente de construir espacios de diálogo a todo nivel: en el hogar, el trabajo, el Estado. Sólo este trabajo sostenido podría ir rompiendo, lenta y progresivamente, los círculos de violencia tan sutilmente instituido en nuestros hábitos comunicativos. La idea de fondo es que la apertura dialógica sea la que permita el empoderamiento del otro: nosotros como personas no tenemos la capacidad de empoderar a nadie. Un ejemplo posible de una práctica contracultural en el hogar, por más sencillo que parezca, sería plantear el hábito de almorzar o cenar todos los días con la trabajadora del hogar: propiciar un espacio de encuentro dialógico en el cual se permita una comunicación libre de parámetros jerárquicos. Evidentemente esto tendría que ir necesariamente de la mano con un marco normativo por el cual la trabajadora doméstica pueda ser vista como un sujeto de derecho.

Sin salir del ejemplo, expliquemos un cambio posible de las relaciones de producción: si dicha trabajadora del hogar no tiene sueldo mínimo, la posibilidad de adquirir un seguro; lo más probable es que el vínculo comunicativo por más honesto que sea, se desvirtúe, sin quererlo, en una relación paternalista. No podemos negociar de igual a igual si es que la persona resulta estar sometida a una relación de poder desigual. Esto es lo que señalábamos que también podía suceder dentro de una pyme familiar. Lo complejo justamente reside en el paso concreto de permitir la “empoderación” de una persona que, probablemente, quiera seguir siendo la parte oprimida de dicho juego de poder y someterse estoicamente a la violencia. Como hemos ido mencionando a lo largo del texto, la institucionalización de relaciones comunicativas y productivas distorsionadas, dentro de las cuales se inmiscuye el racismo, suponen una “educación” bastante sólida en lo que respecta a soportar la violencia con tal de recibir ciertos beneficios Enfrentarnos al problema del racismo supone un encuentro muy doloroso y vergonzoso. Y las relaciones de poder (opresión) son tan fuertes que no es de sorprender que ante las sinceras ganas de apostar por un cambio aparezca también un sincero pesimismo. No es para menos, sobre todo cuando caemos en la cuenta de lo sutil que puede ser el racismo en el Perú, y lo efectivo que resulta para ordenar jerárquicamente nuestra sociedad. No obstante, llegando al final de la investigación el antropólogo Oscar Espinosa nos remarcó que siempre tenemos como personas la libertad de elegir, y por ende la posibilidad de optar por la destrucción de los círculos de opresión y discriminación, aunque sea a partir de pequeños pasos. Si bien en las situaciones más terribles y dramáticas uno puede optar por luchar contra el abuso, nuestra tarea principal es evitar que esa lucha no sea una anécdota o un hecho aislado. La posibilidad de asumir un compromiso ético frente al racismo supondría la posibilidad de proveer espacios dialógicos para que las reivindicaciones sean efectivas, y no tan solo una reacción que termine por invertir la relación opresor-oprimido, afirmando con ello nuevamente la lógica detrás de la cultura hegemónica (Arellano, R.(2010).Al medio hay sitio :el crecimiento social según los estilos de vida .Lima . Planeta.

Capitulo III: Causas y efectos de la discriminación racial y étnica en el Perú
3.1. Causas de discriminación étnica en el Perú

 3.2. Consecuencias de la discriminación racial y étnica en el Perú.






Referencias :
 Entrevista a Roberto de la Puente. (https://www.youtube.com/watch?v=yDNC6HfJ6V8)
[2] BRUCE, Jorge. Nos habíamos choleado tanto. Fondo Editorial USMP, 2007. P. 29
[3] BRUCE, Jorge. Nos habíamos choleado tanto. Fondo Editorial USMP, 2007. P. 39
[4] BRUCE, Jorge. Nos habíamos choleado tanto. Fondo Editorial USMP, 2007. P. 41-42
[5] BRUCE, Jorge. Nos habíamos choleado tanto. Fondo Editorial USMP, 2007. P. 71

file:///D:/Bibliotecas/Downloads/Dialnet-RepensandoElProblemaDelRacismo-4218089.pdf

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